Viapraetoria

Año 59 d.C. Hooligans en el Anfiteatro de Pompeya.


Corría el año 59 d.C. y un gerifalte de Pompeya tuvo a bien organizar unos munera para mayor gloria de su persona. El interfecto no era otro que Livineyo Régulo, un personaje de dudoso proceder, habida cuenta de que previamente había sido expulsado del senado romano. Por desgracia, y aunque Tácito afirma haber informado del asunto, no conservamos el pasaje en el que el autor latino explica los motivos que llevaron a su expulsión. Sea como fuere, sabemos que era un miembro acaudalado de la oligarquía local y que había caído en desgracia.

Sabemos igualmente que los nocerinos y los pompeyanos se tenían cierta inquina arrastrada probablemente de muchos años atrás. Por un lado, ya en la guerra contra Aníbal, Nocera, que permaneció leal a Roma, fue destruida, mientras que Pompeya tuvo la fortuna de no ser atacada. Después, durante la Guerra Social del siglo I a.C., los pompeyanos estuvieron entre los rebeldes, mientras que los nocerinos se mantuvieron fieles a Roma. El resultado final fue el asentamiento de una colonia de soldados en el territorio de Pompeya, previa confiscación de tierras por parte del Estado. Algo que hubo por fuerza de escocer bastante entre la población local.

En el reinado de Nerón, durante el cual se iban a producir los famosos altercados, se asentaron nuevos veteranos, pero en Nocera esta vez. Entre tanto, es de suponer que las tierras de ambas poblaciones vecinas fueron cambiando de manos y, con ello, agravando su rivalidad. Buena prueba de ello es que posteriormente Vespasiano tuvo que enviar un agente a investigar la apropiación indebida de tierras en la zona por parte de particulares.

Así las cosas, a Livineyo Régulo se le ocurre organizar unos combates de gladiadores a los que asisten muchos nocerinos. Al igual que en algunos espectáculos deportivos actuales, era de esperar que al anfiteatro asistiera lo mejor de cada casa. Todo ello en una época en la que, por otra parte, tampoco había muchos remilgos con la violencia, ya fuera para ejercerla o para “disfrutarla”. Del resultado final tenemos noticia por dos fuentes: el ya citado Tácito y un fresco hallado en una vivienda de Pompeya y conservado actualmente en el Museo Arqueológico de Nápoles. El dueño de la vivienda debía de estar tan orgulloso de los acontecimientos como para ordenar inmortalizar la escena. Quién sabe si llegó incluso a despachar personalmente a algún desafortunado nocerino.

Fresco que inmortalizó los disturbios del año 59 d. C. Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pompeii_-_Battle_at_the_Amphitheatre_-_MAN.jpg

A juzgar por el relato de Tácito, la afición ya había entrado con aviesas intenciones, pues cuenta el autor que empezaron a insultarse, para pasar posteriormente a lanzarse piedras y por último liarse directamente a navajazos. Vaya, que los controles de acceso no debían de ser muy exhaustivos. No contentos con la fiesta, decidieron continuarla fuera, arrojando el balance final varios muertos y múltiples mutilados, pues alguno debió de salir de casa con algo más que un cuchillo de cocina.

 Vista actual del anfiteatro de Pompeya.

La cosa alcanzó tal gravedad que llegó al Emperador, quien se lavó las manos y le pasó el marrón al Senado, que a su vez se lo paso a los cónsules. Estos se lo devolvieron al Senado, que finalmente decretó la prohibición de celebrar nuevos combates de gladiadores por un período de diez años.

Livineyo fue castigado con el destierro y con él muy probablemente los dos duoviri que ocupaban aquel año el cargo en Pompeya, pues hay noticia ese año de la existencia de dos parejas de magistrados, cosa no habitual. Finalmente en el año 64 d. C. se levantó el castigo, acaso previa mediación de Popea, la esposa de Nerón y cuya familia era de la zona. Así, los pompeyanos pudieron volver a disfrutar de su apacible entretenimiento hasta que el Vesubio les aguó la fiesta por completo.

El relato de Tácito:

“Por el mismo tiempo y a partir de una disputa sin importancia se produjo una terrible matanza entre colonos de Nuocera y de Pompeya, en el transcurso de unos juegos de gladiadores ofrecidos por Livineyo Régulo, de cuya expulsión del senado ya di cuenta; pues, con la licencia propia de las ciudades pequeñas, empezaron a lanzarse denuestos, luego piedras, y al cabo tomaron las armas, saliéndose con la mejor parte la plebe de Pompeya, donde se celebraba el espectáculo. El caso es que muchos de los de Nuocera fueron llevados a la Ciudad con el cuerpo lleno de mutilaciones, en tanto que la mayoría lloraba la muerte de hijos y padres. El príncipe delegó en el senado el juicio sobre el asunto, y el senado en los cónsules; pero el tema volvió de nuevo al senado y se prohibió por diez años a los de Pompeya aquella clase de reuniones, y se disolvieron los colegios que habían constituido ilegalmente; Livineyo y los otros que habían provocado la sedición fueron castigados con el exilio”.

(Anales, XIV, 17). Traducción de J. L. Moralejos. Madrid, 2001.

Para saber más sobre Pompeya, recomiendo la obra homónima de Mary Beard.

Algo más sobre los combates de gladiadores aquí: Los munera organizados por P. Cornelio Escipión (Carthago Nova 206 a. C.)

Para ver más fotos de Pompeya -incluido su anfietatro-, puedes pinchar aquí: Pompeya

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